El gato negro y la pildorita azul by Alfonso Ussía

El gato negro y la pildorita azul by Alfonso Ussía

autor:Alfonso Ussía [Ussía, Alfonso]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Humor
editor: ePubLibre
publicado: 2014-12-01T00:00:00+00:00


»Después de mi decepción del cumpleaños, después de las constantes y agobiantes muestras de cariño exagerado de Mamá, después de las horas perdidas compartiendo el té con sus amigos, aquel hombre alto y seco, Papá, había conseguido hacerme plenamente feliz. Lo del jabalí era secundario. Lo que más valoré de aquella noche fue su confianza en mí, su decisión de hacerme saber que yo no era un muñeco mimado por mi madre, sino un proyecto de hombre. “Te has portado como un valiente, hijo. Y, además, tiras muy bien. Te viene de sangre”, y me apretó los hombros durante unos segundos, porque a Papá, las excesivas muestras de afecto le producían una profunda vergüenza ajena.

»Mi padre me trataba como a un hombre. Qué buena noticia.»

Adi tiene que haber despertado. Son las 12.30 y, si no lo ha hecho, hay que levantarla. Le propondré un paseo corto, hasta la casa de los Vencejos, que está ahí mismo. Me dice Miroslav que Adi ha salido a pasear en solitario. Que lleva puesta una máscara de melancolía. Que se mueve como si estuviera pisando cucarachas, con las piernas sin brío. Tampoco es para tanto. Me parece muy exagerada semejante pesadumbre. Parece folclórica. Pero adopto la sabia decisión de ir hacia ella.

—Por ahí, señor, camino del Guadalmecín.

—De acuerdo, Miroslav. No es necesario que me acompañes.

Voy en busca de Adi. Señorío consolador. Tomás me detiene.

—Señor, Julio el Rastrojero quiere hablar unos minutos con usted.

—¿Julio?

—El mismo. Tiene un grave problema político.

—Es íntimo de Gordillo y Cañamero. ¿Qué le ha pasado?

—¿Se acuerda, usted, de Carmela, su hija?

—Una mujer muy guapa.

—Un escándalo de guapura y de guapeza. De buenura y bueneza.

—¿Qué le ha pasado?

—Ya sabe usted, señor, que en esta tierra nada es como en otras. Carmela es igual de roja y radical que su padre. Y se ha apuntado a ese movimiento de enseñar las tetas, Femen o algo así. Ayer se iniciaba en la iglesia de Guadalmazán la novena de San Feliciano. No cabía un alfiler. Y Carmela se presentó en la puerta de la iglesia, se desnudó de cintura para arriba y comenzó a gritar «San Feliciano es un marrano». Llevaba un mensaje escrito en la espalda. «Aborto sí.» El hecho es que Julio se presentó en la iglesia y le arreó cuatro meneos a su hija. Julio es muy de izquierdas, pero le molesta una barbaridad que Carmela enseñe las tetas. La gente no sabía cómo reaccionar. Carmela ha denunciado a su padre y el partido «Andalucía Roja Independiente Mueran los Ricos» se ha puesto del lado de la niña.

—No tengo nada que ver con esto.

—Para mí, que después de haber conseguido que Miroslav y Modesto se retiren de sus candidaturas, el Rastrojero sospecha que ha sido usted el que ha convencido a Carmela para que enseñe las tetas y se haga de Femen.

—Hay que estar loco para pensar esa majadería.

—Julio está loco, señor. Exige hablar con usted.

—Que venga. Pero le dices a Miroslav que cargue el arma y me siga a prudente distancia.

—Ahora mismo.



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